UNA DURA CARRERA by Paul Kimmage

UNA DURA CARRERA by Paul Kimmage

autor:Paul Kimmage [Kimmage, Paul]
La lengua: spa
Format: epub
editor: Libros de Ruta
publicado: 2016-05-24T22:00:00+00:00


Capítulo 16

Los cuatro magníficos

La lucha contra las anfetaminas a través de los controles antidopaje ha tenido diversas consecuencias. El uso de esta droga en las grandes vueltas y en los campeonatos es mínima, casi inexistente. Es la primera sustancia a buscar en la lista de los laboratorios, y se detecta muy fácilmente. La tendencia actual se dirige hacia otra área diferente en el mundo del dopaje: las hormonas. Son naturales, el cuerpo las produce y por eso la detección del abuso de hormonas es complicado [15]. El “pecado” no está tanto en consumir productos ilegales, sino en que te pillen. El correcto uso de las hormonas ofrece la seguridad de ser indetectable. Pero su abuso es preocupante.

Un colocón de anfetaminas dura como mucho tres horas, tras las que el sistema se deshace de ella. Uno de los riesgos de su uso frecuente es que puede degenerar en adicción, y puede causar algún problema de arritmias, aunque no demasiado serio. Pero las hormonas son diferentes. No se eliminan en cuestión de tres horas. Alteran la química del organismo, permaneciendo en él durante meses e incluso años. Su abuso puede causar cáncer y la muerte. Me vi tentado muchas veces de recurrir a las hormonas. Podía comprobar en otros miembros del equipo sus efectos beneficiosos, pero me asustaban las consecuencias que podrían derivarse de su abuso, y nunca las toqué. Pero sí que chapoteé en el charco de las anfetaminas.

Volví a recurrir a ellas en otros dos criteriums poco después del Château Chinon. En veinte meses como profesional me había mantenido limpio, pero por increíble que parezca, en un espacio de dos semanas me metí tres dosis. Es muy fácil convertirlo en una rutina. Una vez que experimentas ese sentimiento de invencibilidad, resulta difícil volver a correr sólo con Vittel en tu bidón [16], sobre todo cuando ves al resto de corredores tomando cosas.

Siempre me había enorgullecido mi fuerza de voluntad, y mi nuevo hábito comenzó a preocuparme. Estaba perdiendo el control sobre mi habilidad para decir “no”, y tras analizar el problema, decidí no volver a ponerme en situación de correr un criterium sin haber entrenado. Al principio fue complicado, pero conseguí aguantar. Pero incluso así, no me sentía del todo seguro si al empezar un criterium no llevaba al menos dos píldoras de vitamina C en mi bidón. Supongo que también es dopaje, pero por lo menos es legal. En mis dos últimos años en el pelotón permanecí limpio, pero no estoy tampoco excesivamente orgulloso de ello. Hay muchas razones por las que no volví a tocarlo. La principal era el sentimiento de culpabilidad, pero había otros factores. Supongo que se puede dejar básicamente en que era un “gallina”. Me daba pavor que me pillaran. El escándalo que habría estallado en la vieja y católica Irlanda habría arruinado el resto de mi vida. No podía soportar producir esa vergüenza a mis padres. Pero había además otro factor. En realidad no estaba preparado para clavarme una aguja en el brazo.



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